sábado, 8 de octubre de 2011

Deseo y satisfacción

Hace unos días escuché en la Radio Metro, la columna semanal del Dr. K, el papá de Andy Kusnetzoff, donde contó una experiencia sobre una encuesta en que se preguntaba a los participantes si habían alguna vez tenido un orgasmo. Una significante cantidad aseguraba jamás haber tenido uno, pero luego de profundizar en el análisis, los investigadores se dieron cuenta que era en gran parte porque se tenía una idea de lo que era un orgasmo, idea que nunca se vio igualada en la realidad. Esto me llevó a pensar.
Casi por definición deseamos lo que no tenemos. Y lo que deseamos se debe a imaginarnos como sería el momento de alcanzar este objetivo. Básicamente, nos esforzamos por conseguir algo que consideramos nos dará cierto bienestar, cierta felicidad.
Es algo casi inevitable intentar preveer en nuestras mentes las sensaciones con las que nos traerían estos deseos al ser cumplidos. No hay nada malo en eso, de hecho es motivante, es importante para mantener el objetivo firme y hasta para evaluar la relación esfuerzo-satisfacción y reconsiderar si realmente es meritorio.
Sin embargo, estas expectativas, de verse realizada la conquista, rara vez coinciden con la realidad. A veces, para bien, ya que uno en su desconocimiento, puede llevar ideas muy vagas de lo que es que buscamos y terminamos encontrándonos realmente sorprendidos por algo más allá de lo pensado. Tantas otras, para mal; no necesariamente porque las sensación sea menor a la pretendida sino que sea distinta. Lo que no significa necesariamente que sea peor, sino, nada mas y nada menos, que distinta.

El problema se presenta cuando son nuestras expectativas las que nos prohíben de disfrutar del todo. Si no es como nosotros queremos que sea, entonces no sirve. Lo que suceda aunque nos guste y lo disfrutamos y hasta sintamos realizados nuestro esfuerzo, le negamos el premio máximo porque no es tal cual como lo soñamos.
Por favor, no tomen esto como una oda al conformismo. Es poco más que un intento por conseguir la manera de aprender a apreciar las cosas por lo que son, por como son. Saber que lo que pensamos que era de determinada manera y/o magnitud pero resulta ser en una manera distinta, puede ser igual o incluso aún, más gratificante que lo previsto. Y que ocasionalmente, los deseos y los sueños no están hechos para ser cumplidos y satisfechos sino para hacernos llegar a las hermosas cosas que nos encontramos en el camino.
Muchos blanden la frase "cuando lo sientas, lo vas a saber". Pero, ¿Cuántas veces dejamos pasar las cosas sin darnos cuenta? ¿Cuántas veces sentimos cosas que no parecían ser lo que buscabamos y la perspectiva del tiempo nos mostró lo equivocados que estabamos? O a la inversa, ¿Cuántas veces teníamos una certitud implacable que terminó muerta por un golpe de realidad? Si esta nota tiene un objetivo, entonces que sea un intento para cuestionar nuestro criterio.
Estamos constantemente tomando decisiones, asignando prioridades, ambas tareas para nada faciles. Nunca hay que conformarse porque significaría estancarse pero tampoco dudar y sobreanalizar hasta la parálisis. Siempre debemos buscar lo que queremos pero que eso no nos impida disfrutar de lo que nos pasa, lo que tenemos y de la manera en que estas cosas son y se nos presentan.




1 comentario: